No sé a veces si echarte de menos es suficiente para calmar los demonios que llevo dentro. No sé si estos impulsos que salen desde el corazón hasta mis tobillos son por dolor o por tu ausencia, aunque hablaría de lo mismo. Que las nubes vengan y me griten si sus lágrimas tienen más fuerza que las mías, porque ando confundida y sin saber si el motivo de ellas eres tú. Ignoras el sufrimiento que causa recorrer una pared con la mirada y percatarte de que has llegado a la esquina. Esa puñetera esquina que parece acorralarme y reírse de todos los momentos que un día observó y vio desaparecer. También la cortina tiene sus secretos, ella rozaba tus manos frías en invierno y se movía lentamente intentando enamorarte con sus encantos. Sus encantos de tela, porque al fin y al cabo siempre le gustaba hacer de los días más brillantes un poco más tristes. Pero, de veras, que griten las nubes, porque empieza a llover y parece que soy yo la que tiene que esconderse de sus lágrimas.
Paula Blanco





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